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Anchorage, el motor de Alaska, cumple 100 años en medio de serios desafíos económicos

Conocida como la ciudad de las luces (en invierno) y de las flores (en verano), Anchorage está rodeada por algunos de los paisajes geográficos más deslumbrantes de Norteamérica. Así, al menos, la describe el galardonado escritor local Charles Wohlforth en su libro From the Shores of Ship Creek: Stories of Alaska’s First 100 Years: “¿En qué otra ciudad te encuentras constantemente con alces, o puedes ir a hacer esquí de fondo directamente desde la puerta de tu casa? Estas son cosas realmente únicas y tienes que llevar mucho tiempo aquí para que olvides lo increíble que es este sitio”.

Aunque Anchorage no es la capital de Alaska (es Juneau), a veces parece que lo fuera. Con 300.000 habitantes, no sólo es la ciudad más poblada de ese estado norteamericano, sino también la gran urbe más septentrional de Estados Unidos. Y sus residentes están de fiesta. En plena temporada del sol de medianoche (con más 19 horas de luz en el verano boreal), Anchorage está celebrando su centenario, en el que recuerda su evolución desde que se fundó en 1915 como un campamento para la construcción de un tren.

Cien años después, Anchorage se ha convertido en una vibrante y moderna ciudad, cuya población supone casi el 40% del total de los habitantes de Alaska, eje del sector petrolero procedente de los ricos campos en la inhóspita costa norte y nodo de conexión global en el transporte aéreo internacional. De hecho, el aeropuerto local Ted Stevens es el tercero con mayor tráfico de carga del mundo, gracias a su privilegiada situación geográfica entre Asia y América.

“Anchorage hoy es la ciudad dominante en Alaska. Debido a su rol como centro regional, sus instalaciones están más allá de lo que normalmente se encuentra en una ciudad de 300.000 habitantes, en términos de transporte, cultura, salud, etc.”, dijo Wohlforth a La Tercera.

No obstante, llegar a ese sitial no ha sido fácil para Anchorage. En 1964, un terremoto de 9,2 grados en la escala de Richter sacudió a la ciudad, dejando un saldo de 115 muertos y daños por US$ 311 millones (equivalente a unos US$ 2.300 millones en la actualidad). Pero en 1968 la confirmación del hallazgo de grandes reservas de petróleo en la costa norte, en la bahía de Prudhoe, provocó una revolución en Anchorage que hizo que la ciudad pasara rápidamente a convertirse en un importante centro financiero y energético.

Así, Anchorage se convirtió en un fuerte polo de atracción para los inmigrantes. Hoy los blancos solo representan el 60% de su población, y unas crecientes e importantes comunidades latina, nativa americana y asiática, en torno al 8%, cada una. “El  mayor cambio que sucedió en Anchorage en los últimos 20 años ha sido el gran aumento de la población minoritaria, debido a la afluencia de inmigrantes”, señaló Wohlforth, quien destaca que “la ciudad está bien integrada” racialmente.

Sin embargo, el escritor reconoció que Anchorage “está enfrentando un desafío económico serio” con la caída de los precios mundiales del petróleo y la reducción de fuerzas en el Ejército de EE.UU. “La industria petrolera es la más lucrativa en nuestra economía y financia más del 80% de los ingresos del gobierno de Alaska. Los recortes al financiamiento a escuelas, caminos y la policía ya han comenzado. El Pentágono ha anunciado reducciones de puestos de trabajo en la Base Conjunta Elmendorf-Richardson. El impacto de estos temas no se ha dejado sentir aún en la economía en general, pero es inevitable que vamos a ver una recesión, posiblemente una grave”, concluyó.

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