Sin duda alguna, la leche de vaca es la más común y a la que más gente está acostumbrada a ingerir. Esta leche de origen animal, nutricionalmente hablando, es la más completa.
Aporta proteínas de alto valor biológico, calcio, magnesio, fósforo, minerales, grasas, e hidratos de carbono como la lactosa. De acuerdo a la Fundación Iberoamericana de Nutrición, la leche es como el motor de salud para la población mundial.
La leche de vaca también ha sido presa de la mercadotecnia, ahora se pueden encontrar variaciones de la misma como deslactosada, semideslactosada y litgh.
Esto es porque algunos la consideran difícil de digerir y la culpan de molestias como la hinchazón, los gases o la diarrea.
Otros creen que tienen intolerancia a su proteína o directamente alergia a los productos lácteos. En el caso de las versiones sin lactosa y light, su aporte calórico es menor y, por tanto, también su contenido de vitaminas; estos tipos de leche solo son recomendadas para aquellos que sufren malestares por la lactosa o están a dieta.
Cabe aclarar que para ingerir estos tipos de leche, se necesita un diagnóstico médico. La lactosa cumple funciones importantes, como la absorción de calcio, por lo que no se puede bloquear de la dieta porque sí.