El paso del huracán Dorian por Bahamas ha dejado al menos 20 muertos, según ha informado el ministro de Sanidad, Duane Sands. El fin de semana pasado el fenómeno meteorológico, de categoría 5, arrasó durante dos días seguidos con vientos de hasta 295 kilómetros por hora, los más altos registrados nunca en el noroeste del archipiélago. Tras tocar tierra, el ciclón permaneció durante horas casi inmóvil sobre las islas provocando el destrozo de varias ciudades, en algunos casos de más del 60%, según los datos oficiales.
La violencia de los vientos y las lluvias han castigado brutalmente al archipiélago. Al menos unas 13.000 casas han sido destruidas, un 45% del total de las viviendas de Gran Bahama y las Ábaco, de acuerdo con datos de Cruz Roja. El fenómeno ha provocado además la inundación de gran parte de las edificaciones. El aeropuerto de Marsh Harbour, la principal ciudad de las Ábaco, ha quedado bajo el agua. Hace un par de días Hubert Minnis, el primer ministro de Bahamas, dimensionó la catástrofe: «está ahora mismo en guerra, atacado por el huracán y no dispone de armas para defenderse de semejante asalto del enemigo».
Dorian es el segundo huracán más violento del que se tiene registro, igualado con otros dos de 1998 y 2005 por la velocidad máxima de sus vientos, con picos de 295 kilómetros por hora registrados el pasado domingo. El gran huracán de todos los tiempos fue Allen, en 1980, con 305 kilómetros por hora. Mark Lowcock, secretario general adjunto de Asuntos Humanitarios y Ayuda de Emergencia de la ONU, ha estimado que 70.000 personas en las islas Ábaco y Gran Bahama necesitan ayuda inmediata. La organización ha asegurado además haber liberado un millón de dólares de su fondo de emergencias para proporcionar ayuda a los damnificados.